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miércoles, 22 de febrero de 2012

¿A donde voy?

Cuando una estudiante, como yo, de magisterio que acaba de terminar la carrera se hace esta pregunta, llega a la conclusión de que uno o una nunca sabe dónde va a trabajar, en qué colegio va a poder darse a conocer y con qué tipo de gente va a relacionarse.
El perfil de un buen profesor o profesora, dependerá de las estrategias de aprendizaje con las que hagamos posibles nuestros objetivos.
Teniendo presente esta afirmación, nuestras posibilidades irán siempre en aumento. Es necesario estar continuamente formándonos, ajustándonos a la realidad que nos rodea y sólo de esta manera, lograremos hacer de nuestros alumnos unas personas formadas e integradas en la sociedad, con capacidad crítica para desenvolverse en ella y de nosotros y nosotras, unos buenos profesionales de la educación.

A partir de esta introducción, empezaré el siguiente apartado.
Los siguientes son cuatro principios que guían mi filosofía como profesora: considerar la enseñanza como un continuo proceso de aprendizaje, concentrarse en el aprendizaje en lugar de la enseñanza, diseñar mi enseñanza acorde con un contexto general e incluir principios y valores en mi práctica educativa.
La enseñanza como un continuo proceso de aprendizaje. Cada persona puede aprender al enseñar, incluso si no tiene la intención de convertirse formalmente en profesor, instructor o maestro. Me gusta enseñar porque aprendo. Me gusta imaginar que el aprendizaje es el oxígeno de la enseñanza. Si no aprendiera al enseñar, sentiría que estoy muriendo.
El modelo tradicional de educación debe cambiar, colocando al aprendizaje en su centro. El modelo educativo tradicional implica específicos roles para profesores y estudiantes. El profesor siempre toma el rol activo en este modelo. El profesor es el “transmisor” del conocimiento (o de la mera información), el único evaluador y el único en decidir el qué y el cómo del proceso educativo en general. Por consiguiente, el alumno reacciona de manera pasiva. El rol del estudiante es de “receptor” del conocimiento o de la información y no tiene decisión en la evaluación o en el proceso de educación general.
Esta relación entre el profesor y el alumno resulta en una interacción asimétrica, en donde prevalecen los intereses y propósitos del profesor, en demérito del aprendizaje del alumno. El modelo educativo tradicional basado en la enseñanza ha tenido el efecto de reinformar el rol pasivo del alumno. Este modelo tradicional debe beneficiarse de algunas modificaciones, de manera que se pueda lograr una relación más simétrica entre el profesor y el estudiante.

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